jueves, 27 de enero de 2011

sobre la muerte de Samuel Ruiz


Ante la muerte de Samuel Ruiz, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, las personas de Murcia que hemos estado en Chiapas desde 1994, acompañando el camino de la resistencia zapatista, no podemos hacer menos que manifestar nuestro profundo pesar.

El Tatic Samuel, como lo llamaban las comunidades indígenas, ha sido una persona fundamental en la historia y las luchas de los últimos cincuenta años en el sureste mexicano. Su trabajo por la paz con justicia y dignidad no sólo no acaba con su muerte, sino que sigue viva en el trabajo diario de muchas personas que siguen trabajando por la esperanza, y ese es el mejor homenaje que se le puede hacer...

En su memoria, dos textos, diferentes pero complementarios, recogen su labor. El primero es el comunicado emitido por el EZLN, después de un silencio de dos años. El segundo lleva la firma de Fernando Bermúdez, misionero.




COMUNICADO DEL COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA-COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
MÉXICO.

ENERO DEL 2011.

AL PUEBLO DE MÉXICO:

El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional manifiesta su pesar por la muerte del Obispo Emérito Don Samuel Ruiz García.
En el EZLN militan personas con diferentes credos y sin creencia religiosa alguna, pero la estatura humana de este hombre (y la de quienes, como él, caminan del lado de los oprimidos, los despojados, los reprimidos, los despreciados), llama a nuestra palabra.
Aunque no fueron pocas ni superficiales las diferencias, desacuerdos y distancias, hoy queremos remarcar un compromiso y una trayectoria que no son sólo de un individuo, sino de toda una corriente dentro de la Iglesia Católica.
Don Samuel Ruiz García no sólo destacó en un catolicismo practicado en y con los desposeídos, con su equipo también formó toda una generación de cristianos comprometidos con esa práctica de la religión católica. No sólo se preocupó por la grave situación de miseria y marginación de los pueblos originarios de Chiapas, también trabajó, junto con heroico equipo de pastoral, por mejorar esas indignas condiciones de vida y muerte.
Lo que los gobiernos olvidaron propositivamente para cultivar la muerte, se hizo memoria de vida en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
Don Samuel Ruiz García y su equipo no sólo se empeñaron en alcanzar la paz con justicia y dignidad para los indígenas de Chiapas, también arriesgaron y arriesgan su vida, libertad y bienes en ese camino truncado por la soberbia del poder político.
Incluso desde mucho antes de nuestro alzamiento en 1994, la Diócesis de San Cristóbal padeció el hostigamiento, los ataques y las calumnias del Ejército Federal y de los gobiernos estatales en turno.
Al menos desde Juan Sabines Gutiérrez (recordado por la masacre de Wolonchan en 1980) y pasando por el General Absalón Castellanos Domínguez, Patrocinio González Garrido, Elmar Setzer M., Eduardo Robledo Rincón, Julio César Ruiz Ferro (uno de los autores de la matanza de Acteal en 1997) y Roberto Albores Guillén (más conocido como “el croquetas”), los gobernadores de Chiapas hostigaron a quienes en la diócesis de San Cristóbal se opusieron a sus matanzas y al manejo del Estado como si fuera una hacienda porfirista.
Desde 1994, durante su trabajo en la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI), en compañía de las mujeres y hombres que formaron esa instancia de paz, Don Samuel recibió presiones, hostigamientos y amenazas, incluyendo atentados contra su vida por parte del grupo paramilitar mal llamado “Paz y Justicia”.
Y siendo presidente de la CONAI Don Samuel sufrió también, en febrero de 1995, un amago de encarcelamiento.
Ernesto Zedillo Ponce de León, como parte de una estrategia de distracción (tal y como se hace ahora) para ocultar la grave crisis económica en la que él y Carlos Salinas de Gortari habían sumido al país, reactivó la guerra contra las comunidades indígenas zapatistas.
Al mismo tiempo que lanzaba una gran ofensiva militar en contra del EZLN (misma que fracasó), Zedillo atacó a la Comisión Nacional de Intermediación.
Obsesionado con la idea de acabar con Don Samuel, el entonces presidente de México, y ahora empleado de trasnacionales, aprovechó la alianza que, bajo la tutela de Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos, se había forjado entre el PRI y el PAN.
En esas fechas, en una reunión con la cúpula eclesial católica, el entonces Procurador General de la República, el panista y fanático del espiritismo y la brujería más chambones, Antonio Lozano Gracia, blandió frente a Don Samuel Ruiz García un documento con la orden de aprehensión en su contra.
Y cuentan que el procurador graduado en Ciencias Ocultas fue confrontado por los demás obispos, entre ellos Norberto Rivera, quienes salieron en la defensa del titular de la Diócesis de San Cristóbal.
La alianza PRI-PAN (a la que luego se unirían en Chiapas el PRD y el PT) en contra de la Iglesia Católica progresista no se detuvo ahí. Desde los gobiernos federal y estatal se apadrinaron ataques, calumnias y atentados en contra de los miembros de la Diócesis.
El Ejército Federal no se quedó atrás. Al mismo tiempo que financiaba, entrenaba y pertrechaba a grupos paramilitares, se promovía la especie de que la Diócesis sembraba la violencia.
La tesis de entonces (y que hoy es repetida por idiotas de la izquierda de escritorio) era que la Diócesis había formado a las bases y a los cuadros de dirección del EZLN.
Un botón de la amplia muestra de estos argumentos ridículos se dio cuando un general mostraba un libro como prueba de la liga de la Diócesis con los “transgresores de la ley”.
El título del libro incriminatorio es “El Evangelio según San Marcos”.
Hoy en día esos ataques no han cesado.
El Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de Las Casas” recibe continuamente amenazas y hostigamientos.
Además de ser haber sido fundado por Don Samuel Ruiz García y de tener una inspiración cristiana, el “Frayba” tiene como “delitos agravantes” el creer en la Integralidad e Indivisibilidad de los Derechos Humanos, el respeto a la diversidad cultural y al derecho a la Libre Determinación, la justicia integral como requisito para la paz, y el desarrollo de una cultura de diálogo, tolerancia y reconciliación, con respeto a la pluralidad cultural y religiosa.
Nada más molesto que esos principios.
Y esta molestia llega hasta el Vaticano, donde se maniobra para partir la diócesis de San Cristóbal de Las Casas en dos, de modo de diluir la alternativa en, por y con los pobres, en la acomodaticia que lava conciencias en dinero. Aprovechando el deceso de Don Samuel, se reactiva ese proyecto de control y división.
Porque allá arriba entienden que la opción por los pobres no muere con Don Samuel. Vive y actúa en todo ese sector de la Iglesia Católica que decidió ser consecuente con lo que se predica.
Mientras tanto, el equipo de pastoral, y especialmente los diáconos, ministros y catequistas (indígenas católicos de las comunidades) sufren las calumnias, insultos y ataques de los neo-amantes de la guerra. El Poder sigue añorando sus días de señorío y ven en el trabajo de la Diócesis un obstáculo para reinstaurar su régimen de horca y cuchillo.
El grotesco desfile de personajes de la vida política local y nacional frente al féretro de Don Samuel no es para honrarlo, sino para comprobar, con alivio, que ha muerto; y los medios de comunicación locales simulan lamentar lo que en realidad festinan.
Por encima de todos esos ataques y conspiraciones eclesiales, Don Samuel Ruiz García y l@s cristian@s como él, tuvieron, tienen y tendrán un lugar especial en el moreno corazón de las comunidades indígenas zapatistas.
Ahora que está de moda condenar a toda la Iglesia Católica por los crímenes, desmanes, comisiones y omisiones de algunos de sus prelados…
Ahora que el sector autodenominado “progresista” se solaza en hacer burla y escarnio de la Iglesia Católica toda…
Ahora que se alienta el ver en todo sacerdote a un pederasta en potencia o en activo…
Ahora sería bueno voltear a mirar hacia abajo y encontrar ahí a quienes, como antes Don Samuel, desafiaron y desafían al Poder.
Porque est@s cristianos creen firmemente en que la justicia debe reinar también en este mundo.
Y así lo viven, y mueren, en pensamiento, palabra y obra.
Porque si bien es cierto que hay Marciales y Onésimos en la Iglesia Católica, también hubo y hay Roncos, Ernestos, Samueles, Arturos, Raúles, Sergios, Bartolomés, Joeles, Heribertos, Raymundos, Salvadores, Santiagos, Diegos, Estelas, Victorias, y miles de religios@s y seglares que, estando del lado de la justicia y la libertad, están del lado de la vida.
En el EZLN, católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, hoy no sólo honramos la memoria de Don Samuel Ruiz García.
También, y sobre todo, saludamos el compromiso consecuente de l@s cristian@s y creyentes que en Chiapas, en México y en el Mundo, no guardan un silencio cómplice frente a la injusticia, ni permanecen inmóviles frente a la guerra.
Se va Don Samuel, pero quedan muchas otras, muchos otros que, en y por la fe católica cristiana, luchan por un mundo terrenal más justo, más libre, más democrático, es decir, por un mundo mejor.
Salud a ellas y ellos, porque de sus desvelos también se nacerá el mañana.
¡LIBERTAD!
¡JUSTICIA!
¡DEMOCRACIA!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN.
Teniente Coronel Insurgente Moisés.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Enero del 2011.


DON SAMUEL RUIZ,

PROFETA DE LOS DERECHOS DE LOS POBRES

Acaba de morir uno de los grandes profetas de nuestro tiempo. Fuimos amigos desde hace treinta años. Conocí a Don Samuel en el año 1981 en San Cristóbal de Las Casas, cuando comenzaron a llegar a Chiapas los primeros refugiados guatemaltecos. Desde el primer momento me impactó su profundidad humana y espiritual y su firme opción por los pobres. Sabía compaginar la sencillez con una recia personalidad. Vibraba escuchando los relatos de Guatemala. Era un hombre con un corazón que latía al ritmo de los procesos de nuestra América.

Después, mi esposa Mari Carmen y yo tuvimos la dicha de trabajar con él. Posibilitó que en su diócesis se viviera un nuevo modelo de ser Iglesia en base a cinco líneas pastorales:

-Opción por los pobres y liberación de los oprimidos.

-Iglesia abierta al mundo y servidora del pueblo.

-Responsabilidad compartida y pastoral de conjunto.

-Inserción en la realidad social, concretamente en las culturas indígenas.

-Comunión con la Iglesia latinoamericana y universal.


Don Samuel fue padre conciliar. El espíritu del Concilio Vaticano II lo insertó en su misión episcopal durante los más de 45 años que estuvo al frente de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.

Samuel impulsó la renovación de la iglesia diocesana como una gran comunidad de comunidades. Una iglesia participativa, toda ella ministerial y misionera, con una jerarquía de servicio. Una iglesia libre frente al poder y a la riqueza. Una iglesia liberadora y profética, que anuncia con la palabra y el testimonio de vida el mensaje de Jesús y denuncia todo aquello que se opone al plan de Dios. Una iglesia defensora de la vida y de los derechos humanos. Una iglesia solidaria con el sufrimiento, esperanzas y luchas de los pobres y excluidos, que acogió a más de 40.000 refugiados guatemaltecos en la década de los ochenta. Una iglesia ecuménica, abierta al diálogo, dispuesta a caminar junto a aquellos, cristianos o no cristianos, que también buscan otro mundo posible de justicia y fraternidad. Una iglesia orante, abierta al Espíritu que busca ser signo y anticipo del reino de Dios en la historia.

En su diócesis no se hacía diferencia entre quien es laico o sacerdote, hombre o mujer. Don Samuel ordenó a más de 400 indígenas con el diaconado permanente. Admitió en su diócesis a pastoras y pastores luteranos y de otras iglesias cristianas como agentes de pastoral. Yo, como sacerdote casado, junto con mi esposa fuimos aceptados como agentes de pastoral en su diócesis

Samuel Ruiz era de trato cordial y directo, y siempre muy respetuoso. Era un hombre que infundía confianza. Un amigo de todos.

En sus conferencias y homilías fui captando el alma profunda y grande de Don Samuel. Era un hombre de Dios, de fe sólida, sentida, hecha experiencia. Don Samuel fue un profeta cuyo testimonio y palabra viven y siguen cuestionando a la Iglesia y a la sociedad. Él olfateaba y señalaba el horizonte utópico, el sueño humano y cristiano, la creación de una nueva humanidad, signo del reino de Dios.

Don Samuel latía al ritmo del sueño eterno de Dios, es decir, con su proyecto para la humanidad. Por eso hablaba con tan hondo convencimiento, propio de los místicos, con paz y serenidad, consciente de que Dios tiene su hora. Siento a este profeta como la traducción a nuestro tiempo y a la realidad latinoamericana de aquellos santos Padres de la Iglesia antigua. Su testimonio de hombre de Dios, su sabiduría y santidad se reflejan en sus homilías. Con su palabra este santo padre de la Iglesia latinoamericana iluminaba con la Palabra de Dios los acontecimientos eclesiales, sociales y políticos.

Otro aspecto de su talla humana y cristiana es su libertad de espíritu. A Don Samuel siempre lo sentí como un hombre libre, libre de prejuicios, libre frente a la ley, libre frente al poder, libre frente al Vaticano.

A Don Samuel le dolía el sufrimiento de los pobres. La injusticia, la explotación de los campesinos e indígenas le quemaba por dentro. Fue un defensor de las causas de los pobres. Los indígenas le llamaban “Tatik”, padre. Samuel Ruiz fue un digno sucesor de Fray Bartolomé de Las Casas en Chiapas, en donde éste fue su primer obispo en el siglo XVI. No había celebración religiosa o evento donde no se pronunciara en defensa de los más vulnerables. El pobre fue para él el lugar teológico donde Dios se nos manifiesta. Por eso miraba con simpatía y esperanza la las reivindicaciones de los zapatistas.

Don Samuel, junto con los obispos Sergio Méndez Arceo y Pedro Casaldáliga, a raíz del martirio de monseñor Oscar Romero, impulsaron el movimiento de solidaridad internacional de los pueblos de América Latina, SICSAL.

Con Guatemala fue particularmente solidario. Cuando en 1982 comenzaron a salir riadas de guatemaltecos buscando refugio en Chiapas hizo un llamado a la solidaridad de los cristianos mexicanos para con estos hermanos y hermanas. En sus homilías y eventos de esos años no faltaba la referencia a la solidaridad con los refugiados y con todo el pueblo de Guatemala. Por eso, este pueblo le queda eternamente agradecido como acaba de expresarlo la iglesia de Guatemala, las organizaciones sociales y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca.

Me llamaba la atención la naturalidad, serenidad, convencimiento y respeto con que Don Samuel hablaba de temas "fronterizos" y dialogaba, por ejemplo, con marxistas no creyentes o con pastores de las iglesias protestantes

Ha sido para mí un honor y motivo de gozo el haber conocido a un profeta, y más que profeta, un santo. Don Samuel fue un santo de nuestro tiempo. Su gran milagro fue la fidelidad a la causa del reino de Dios hasta la muerte. Por eso su testimonio y su presencia seguirán vivos, alimentando nuestra esperanza en la utopía del reino de Dios.


Fernando Bermúdez-López
Misionero

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